»

domingo, 15 de enero de 2006

No hay fin.

Y cuando por fin tremulando
entre los zumbidos de mi oído...
No oigo nada más que imágenes
que vienen y desaparecen...

El cilicio inerte
puede deborar mis caricias..,
las anota firmemente en el espacio
para el no poder alcanzarlas más...

Todo se pasa tan despacio
por entre las nubes
y las deja caer
como lluvia a mis ojos.
Aún no quiero ver que
todo me abandonó...
Y que una simple palabra
no alentará mi ajar caminar...

Y cuanto quisiera
que el caminar por la tristeza
del hálito no fuera solitario en mi venir..,
y que un alma se torne a mi..,
queriendo compartir la desdicha
con lo que adoramos quienes...

Las rosas veteadas se tornan negras
al tomar del dulce cántico
de la amargura y congoja...
No exigen más que paz...
Esa tranquilidad que al rodear
la ribera no sean
más que pasadas huellas
que al final no mirarán jamás.

Aquél llano
en forma de corazones crucificados...
Desearía abrazarlo,
curarlo.. con mis pasos,
siempre lo tomaré
aunque no te sonría
en esta inestrecha distancia..,
si es que reemplazas el mío
propio, muerto, aquél dañado;
no beberé más de quel acabado.

No tomaré tu mano..,
soy quien se niega ahora
a tomar tus brazos...
Y aunque me destroce el alma,
ya no estaré a tu lado.
Mi muso y estro..,
en esta canción de amor,
se ha acabado mi voz.