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domingo, 15 de enero de 2006

Anhelo.

Cree en mi,
y en el intervalo entre tu corazón
y mi pálpito...
Se hace día mi vida...

Y fallesco
cuando tus miradas
se quejan agonisantemente,
el cilicio me conquista
cuando evitas el cariño...
e inevitablemente caigo...

No sé que hacer
cuando la quimera enamorada
suplica por un poco de
de compasión, atención..
Y el cielo se cega...
Las nubes también lloran...
En el camino hacia mi casa de cristales
aún pienso en ti...

Y me decido
si mato cabalmente
el pensamiento,
de ¿amor?...
Ahora todo es vacío,
pesadumbre plasmado en mis brazos,
un vacío que no llena mi estío,
un camastro, la bandera de mi sentir.

Te escribo en el jardín de mi querido
y maltratado corazón dorado...
Aunque la luna azul ya no contemple
nuestras innominadas noches;
estas paredes aún recuerdan
historias interminables
de senderos hueros.
Nuestro camino escribir.
Como aquella
flor que no marchita cuando
se tiene amor para vivir.

No hay fin.

Y cuando por fin tremulando
entre los zumbidos de mi oído...
No oigo nada más que imágenes
que vienen y desaparecen...

El cilicio inerte
puede deborar mis caricias..,
las anota firmemente en el espacio
para el no poder alcanzarlas más...

Todo se pasa tan despacio
por entre las nubes
y las deja caer
como lluvia a mis ojos.
Aún no quiero ver que
todo me abandonó...
Y que una simple palabra
no alentará mi ajar caminar...

Y cuanto quisiera
que el caminar por la tristeza
del hálito no fuera solitario en mi venir..,
y que un alma se torne a mi..,
queriendo compartir la desdicha
con lo que adoramos quienes...

Las rosas veteadas se tornan negras
al tomar del dulce cántico
de la amargura y congoja...
No exigen más que paz...
Esa tranquilidad que al rodear
la ribera no sean
más que pasadas huellas
que al final no mirarán jamás.

Aquél llano
en forma de corazones crucificados...
Desearía abrazarlo,
curarlo.. con mis pasos,
siempre lo tomaré
aunque no te sonría
en esta inestrecha distancia..,
si es que reemplazas el mío
propio, muerto, aquél dañado;
no beberé más de quel acabado.

No tomaré tu mano..,
soy quien se niega ahora
a tomar tus brazos...
Y aunque me destroce el alma,
ya no estaré a tu lado.
Mi muso y estro..,
en esta canción de amor,
se ha acabado mi voz.

Expando mi luz.

Me defraudó esa razón
que naufraga por tus ideas...
Y cuando me la apuntas
al rostro... Pasmada
mis ojos claros a la luz del sol
quedan...

El torvo queda al descubierto
cuando inasiblemente
mi corazón desnudo
camina por tus ideales...
Y los enfrento con mi espada
de indiferencia,
tus miradas ya no afectan mi huero...
En el que siempre volaban al verme
inerme en el cielo...

Si fuera un ángel te darías cuenta,
pero tan ufano no hace caso
a mi proclamación, ya no soy reina..
Soy más solo una esclava
de tus deseos,
cándida a tus pies
buzes llenan tu aliento
y rodean tu piel...

Púdica me entrego
a tu vida, ya no beberé
más de esta soberbia..
Mi cuerpo quedará marchito
en las estrellas plasmado
para cuando no viva,
solo exista en el corazón.

Créeme,
ya no miento en tu vida,
fui sincera al entregarme a las estrellas.
Y camino confiada por tus amores..,
desde aquél momento
la lumbre rodeaba
nuestras vidas...
Y todo se mira como un cántico
de a medianoche solo quiere
aclarar que el sol pronto saldrá,
y estaremos juntos para cuando
aquello pase.

Tiempo oneroso
que nos vence cuando yacemos
en lo oscuro;
no finjiremos.
Todavía nos queda
amor en nuestros lamentos.

Un fondo sin sin destino.

Sumisa en mi lecho
caigo hacia el olvido...
El fondo de este mar
alcanza mis manos
y no me suelta hasta morir
en brazos agenos...

No soy parte de ti,
tu ya eras parte de este tiempo..,
del cual fruto fui yo y de mí
todos mis lamentos...

Y este deleznable
pasado se haga solo polvo,
que mi paso por la tierra
no haga estruendo ni gozo...
Soy parte del no existo..,
una historia sin hojas,
y unas hojas sin escrito...

El escelso cielo no me lleva,
ni danzo con el por el aire...
Siento que las corrientes del mar
son las causantes de este ciego final;
acaricio por último
momento este ritual,
no tengo nombres para despedir
ni siquiera para irrisiar.

Y en el fondo
mi pena alcanza el gorjeo
hasta el cantar con hermosos
ángeles vestidos de cristal...
Me escoltan hasta más abajo
del suelo...
Donde solo haga un agujero,
y el camino no llegue más allá
de un principio sin sendero...

Aún no sé,
si ¿perdida estoy de nuevo?...
o si sé mi destino,
el cual esto es lo que ha hecho conmigo.
El vivir de una desdicha,
me ha hecho ciega y sin olvidos.